jueves, 8 de abril de 2010

LA MUELA DEL JUICIO

Dicen que a veces llega con un espantoso dolor de muelas, pródromo de que la sensatez y la cordura están a apunto de emerger. A otros les sobreviene con los aprietos vitales, acompañado de un anillo en el dedo anular o desde Paris en los lomos de una cigüeña.
A mi me ha sorprendido en plena calle Beatas (1).

El martes y el miércoles el murmullo comenzó a inquietarme. El jueves se sumó un constante temblor, las sacudidas de mi cama no presagiaban nada bueno. Cuando el sábado a las siete de la mañana, con los ojos inyectados, deglutía un orfidal tras una noche de insomnio, ya me había rendido a la evidencia, veía con claridad que el momento había llegado; con mi lengua repasaba todas mis piezas dentales, contaba igual número que en los días anteriores… a mi me había llegado en forma de insoportable dolor de cabeza…azuzado por la marea de gente que las últimas noches había fluido por debajo de mi ventana- sumergidas en cantidades ingentes de cerveza, licores y bebidas de alta graduación-, deslizándose incluso hasta debajo de mi cama para contonearse al ritmo de las sacudidas que sitiaban mi dormitorio.

La coqueta habitación en pleno centro de Málaga anunciada por Internet se había convertido en el escenario del cambio, el decorado de la exasperación de la que abandona la desidia y costumbre relajadas, para pasarse a la querulancia e inconformismo de la madurez…
Mis compañeros erasmus me miraban con afición, pero no entendían por qué no adoptaba su estrategia de supervivencia, unirse al enemigo…si no podíamos dormir… ¡pues a salir todos los días! Sabían que me necesitaban, no sólo por el repaso que había dado a las mohosas juntas del baño, si no también porque la “joven doctora” engranaba la comunicación doméstica: el italiano no salía del “latinus vulgaris”- a su italiano natal sólo sumaba un castellano precario- y la alemana no iba más allá de un par de lenguas bárbaras; en italiano con el meridional y en inglés con la germana hacía de teléfono estropeada en las bromas y quehaceres diarios.
Pero de forma indirectamente proporcional a las horas de sueño que perdía se sumaban las páginas y páginas a estudiar, echaba cuentas irritada mientras vagaba somnolienta por la habitación. Temía enloquecer, la decisión estaba tomada, me mudaba a un barrio residencial, tranquilo y familiar, con bonitas vistas al paseo marítimo y sin ningún pub en un kilómetro a la redonda…

Rehusar a dormir encima de una cabina de dj y al lado de una más que frecuentada terraza nocturna es un trance comprensible, que en mi supone la pieza que faltaba para adentrarme decisivamente en el aburguesamiento de la edad adulta, porque me he dado cuenta que en definitiva hacerse mayor es eso. No soy ni más flemática, ni más condescendiente, mis actos tampoco son más calculados ni meditados, la espontaneidad se va atrofiando pareja al aumento de la intolerancia y obstinación, llevándome a una intransigencia tal que el rechazo inconformista se puede confundir con una buscada soledad ascética, entonando el famoso “mejor sólo que mal acompañado”, que en realidad esconde un “para qué perder el tiempo”.
He pasado la línea pero aún mantengo un pie aferrado al otro lado, no nos engañemos, ayer me dieron las tantas entre caña, concierto y copa, pero que queréis que os diga, es sábado noche, estoy en una ciudad nueva, pero yo me quedo en mi mesita con vistas al mar con una copa de Régoa(2) en la mano, saboreando unos cortes de jamón, fumando cigarros…sólo he dejado entrar a Pavese a condición de que únicamente me cuente “Entre mujeres solas”(3)

(1) Málaga
(2) www.regoa.es
(3) Cesar Pavese, “Entre mujeres solas”, Ed.Debolsillo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los erasmus no van a dejar que tu afición a los dolores te añusgue en málaga, seguro

in boca lupo!

skyhook

Anónimo dijo...

As erasmus vate votar en falta
um bico rula.
Olalha

kikakevida dijo...

Claro que nos hacemos viejos y si no convence a mi espalda de lo contrario.
Al final me animé a abrir un blog y creo que va a ser un divertido pasatiempo en mis anodinas noches lucenses
Un biko guapa

Anónimo dijo...
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